Se oyen gritos en el patio de vecinos, pero no sé si es una risa o un grito de dolor. O ambos a la vez.
Ya han parado. Como no oigo sirenas policiales, concluyo que no era nada serio. La última vez que oí gritos pensaba que eran de una señora asustada por un perro en la calle y resultó que se le estaba quemando la cocina. Hay que ser reflexivo a la hora de actuar y no sacar conclusiones precipitadas.
¡Viva la libertad!
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